Esa es la pregunta que me hago cada vez que leo las disposiciones sobre el divorcio tanto en el proyecto del Código Civil como en el proyecto del Código de Familia, que a mi entender en lugar de traer menos dificultades a la familia (que tanto se quiere proteger) y por ende a la sociedad, traen dolor y rencor.
De la lectura de ambos proyectos entiendo que pretenden que permanezcamos en el Siglo XIX, manteniendo los divorcios por culpa, cuando en estos momentos en la práctica el mismo sistema (cuando vas a interponer una demanda de divorcio) sólo te acepta esos dos tipos de divorcios (por lo menos en el Distrito Nacional): por mutuo consentimiento o por incompatibilidad de caracteres.
Me motivó a escribir este post, el artículo titulado (traducción libre mía): “Los Republicanos están tratando de matar lentamente la ley sobre el divorcio no culposo” (puede leerse aquí), haciendo referencia a la insistencia de un grupo de legisladores Republicanos, influenciados por grupos cristianos, para presionar por “períodos de espera, clases matrimoniales obligatorias e incluso la eliminación por completo del divorcio no culposo.”
Dice el artículo: “La esperanza es que hacer el divorcio más fastidioso, o forzar a las parejas a verdaderamente pensar sobre lo que significa el divorcio, el gobierno puede fomentar/hacer que más parejas desistan de la idea (del divorcio) y se re-compromentan en su matrimonio. Esto, por supuesto, no es el trabajo del gobierno. Pero además, alargar de manera artificial el proceso de divorcio, el Estado simplemente crea más espacio para la mezquindad, para la riña y el resentimiento que el divorcio tiende a causar, así como cualquiera que haya pasado por un divorcio, o cualquiera que conozca a alguien que se haya divorciado, o sea el hijo de un divorcio, te pueda decir. Un período de espera o enfriamiento no es más que un tiempo para que los adultos riñan sobre quién se quedará con las lámparas y las sillas y tratar de adjudicar la culpa de la ruptura de la pareja. Son los niños los que terminan sufriendo, como argumenta la historiadora matrimonial Stephanie Coonzt, diciéndole a Keyes que las madres y los padres ‘tienden a ser padres amigables si no han estado encerrados en un proceso largo de separación.’ Los períodos de espera y las clases obligatorias proveen a la pareja abusadora más control. No hace falta decirlo, pero echar para atrás el divorcio no culposo va a ser desproporcionadamente perjudicial para las mujeres.”
Y finalmente dice el artículo: “Nadie está en contra del matrimonio aquí. Pero poner más obstáculos al divorcio no arreglará las relaciones rotas. Sólo sirve para hacer el proceso más duro y más castigador. El divorcio en sí es suficiente para las partes envueltas — vergüenza debe darle a los legisladores Republicanos por tratar de hacerlo más difícil.”
Creo que este artículo aplica perfectamente en nuestro país. El divorcio en República Dominicana debe simplificarse y hacerse menos tortuoso. Deberían solamente existir dos tipos de divorcio: por mutuo consentimiento o por incompatibilidad de caracteres. En la práctica son los más comunes. Estar echando la culpa a uno u otro de los cónyuges no soluciona ni sana nada. Mientras menos traumático se regula el proceso de divorcio, menos traumático será para toda la familia que, cuando existen hijos, estén o no casados, seguirán siendo una familia.