El momento oportuno, incluso para ir a los tribunales.

 

Hace días, recibí una persona en mi oficina. Me dijo que  había estado donde mi hacía unos años por una consulta legal y que yo lo había ayudado mucho. Refrescamos un poco la memoria y me acordé del caso. Era un asunto sobre un régimen de visitas. Le recomendé llegar a un acuerdo con la contraparte, porque la tendencia de los tribunales es generalmente poner algún régimen de visitas entre los progenitores y sus hijos/as.

La persona quedó muy agradecida con mi consejo y por eso volvió a visitarme.

Esta vez me planteó otra situación. Escuché y le dije: “desde el punto de vista legal, es fácil, se pone una demanda y el juez o la jueza decide. Ahora bien, estos procesos familiares tienen un impacto emocional.. sugiero que antes de iniciar el proceso legal, consultes con una especialista, terapeuta, psicóloga, que te ayude a manejar la situación. Y luego que estés listo, podemos iniciar”.

Le dije además: “Como todo en la vida, llevar una demanda en los tribunales o iniciar cualquier trámite legal, conlleva un proceso. Estás dando los pasos necesarios para iniciar el proceso legal”.

Coordinamos la cita con una persona que conozco y admiro su trabajo como terapeuta familiar. La persona se fue más tranquila.

¿Por qué hago esta historia? Porque aunque soy abogada, el litigio —por lo menos en esta área del Derecho— sugiero que sea la última opción luego de agotar las vías de solución alternativa de conflictos.

Recuerdo al Magistrado Subero Isa cuando inauguró en el 2006 el Centro de Mediación Familiar del Poder Judicial cuando dijo que él nunca había tenido problemas familiares, pero que si alguna vez se viera en esa situación, quisiera él tener la posibilidad de buscarle una solución y no un tercero (ajeno y desconocido de la dinámica familiar) que imponga una decisión.

El Derecho de Familia toca aspectos muy íntimos de las personas, muy personales, muchas fibras sentimentales, y no siempre están dadas las condiciones emocionales para iniciar X o Y proceso.

La abogada Pauline Tesler, en su libro: “Collaborative Law”, dice lo siguiente: “Sólo porque seas un abogado de divorcio, no asumas que tu cliente necesita un divorcio. Algunas veces los clientes hacen citas en la oficina equivocada y realmente necesitan un psicólogo, un consultor financiero, o un clérigo. ” (pág. 13).

Trato de tener presente ese consejo y casi siempre cuando hago uso del mismo, funciona.

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