Suelo ir al Mirador Sur tres o cuatro veces a la semana, para hacer mi entrenamiento de ejercicios, corriendo. En varias ocasiones me he topado con un señor (creo que debe tener unos 60 años o algo más), que se la pasa caminando, y cuando una va sola corriendo o vamos en grupo de mujeres, suele mirar de una forma morbosa (las mujeres que hemos sido víctimas de este tipo de miradas sabrán a lo que me refiero y a lo que se siente), acompañada de algunas palabras y sonidos indecentes y groseros.
La penúltima vez me pasó el pasado viernes y me quedé con el deseo de enfrentarlo, pero no lo hice en ese momento. La verdad que yo me quedo como que en shock y asustada cuando me pasa eso, pero al mismo tiempo me siento agredida.
Me dije a mi misma y se lo comenté a una amiga ese día en el parque, que la próxima vez que me lo encontrara y me dijera algo, me iba a devolver y lo iba a enfrentar. Una vez leí que a los acosadores o exhibicionistas hay que enfrentarlos.
Hoy fui al Mirador, a hacer mi rutina de correr, y estaba pendiente de encontrármelo.
Cuando ya iba de regreso corriendo al kilómetro cero, lo vi, venía hacia mí, y justo a mi lado iba otra corredora, escuchando música.
El acosador se puso como que nervioso, porque no sabía a cuál de las dos mirar más y decir sus improperios.
Venía viéndonos con su mirada morbosa, grosera, y cuando pasamos dijo: Tan bellas, tan lindas (con esa voz que reconocemos las mujeres, que hace sentirnos agredidas).
Me dije, listo, esta es mi oportunidad.
Me devolví y me le puse al lado y le dije: “¿Usted me quiere decir algo?”, el acosador, se asustó y dice: “eh, no, que ustedes son lindas.” Yo le dije: “Ah, porque cada vez que usted me pasa por al lado dice siempre algo indecente. Contrólese, buen fresco!”.
Volví a tomar mi ruta y comencé a decir a gente que me cruzaba por al lado: ese señor es un perro!
Un corredor me dijo: bien hecho! y le comenté por qué había hecho eso. Y él volvió a decirme: así mismo hay que hacerles.
No puedo negar que el corazón se me aceleró muchísimo, la respiración también, quizás el “high” de enfrentar a un abusador.
En fin, terminé mi entrenamiento y terminé feliz de enfrentar a un acosador de mujeres.
Cuando hice la historia a compañeros y compañeras del correr, las mujeres, me decían: ah! el señor bajito, el señor canoso, etc. O sea, que confirmé que claro, no soy la única que cuando voy al Mirador soy acosada y agredida por abusadores. Y que ese acosador, no es el único.
Mujeres, no nos quedemos calladas. Como me dijo una amiga una vez: hay que desenmascarar a los farsantes. En ese caso, hay que desenmascarar a los acosadores. Hoy me sentí liberada porque me defendí y no me dejé abusar.