En el día de hoy tuve la oportunidad de asistir a un taller auspiciado por Flacso y un grupo de organizaciones no gubernamentales del área de la niñez (entre los que se encontraba Plan) llamado “Valores Para Vivir – Educación”. El taller fue impartido por Vivien Von Son Gallut (a pesar de su nombre de súper extranjera- habla súper mexicana y tiene raíces españolas y casi-casi nace en nuestro país!!), Coordinadora de Valores para Vivir de México.

Como se puede ver en su página web, es un programa educativo que nace en el 1996 cuando por iniciativa del UNICEF en una reunión de profesionales de la educación para detectar las necesidades de los niños y las niñas del mundo, nació la iniciativa Valores Para Vivir con el objetivo de crear un clima positivo para el aprendizaje, explorando los siguientes valores: paz, responsabilidad, cooperación, respeto, honestidad, libertad, tolerancia, amor, sencillez, felicidad, unidad, humildad.

En el programa están participando 85 países incluyendo el nuestro, y a través de manuales diseñados para docentes, padres, madres, niños y niñas, proporcionándoles herramientas para el desarrollo de la inteligencia emocional, han obtenido resultados esperanzadores: mejora en el rendimiento escolar de los niños y niñas, mayor auto-confianza en docentes y alumnos; trabajo en silencio y quietud; respeto entre colegas de trabajo y entre infantes y adultos; descenso del comportamiento agresivo y la competencia negativa; cooperación en el aula y en el hogar.

Es interesante visitar la página de Valores Para Vivir porque definitivamente tenemos que buscar alternativas en la educación (no sólo escolar sino también hogareña) para promover la cultura de paz y alcanzar el mundo que todos y todas queremos.

Pero qué aprendí hoy: reconocer o conocer muchos valores. Identificar valores que tengo en mí, valores que quisiera tener y valores que no tengo o antivalores.

Aprendí también que todo es un equilibrio en la vida. Que todo valor necesita otro valor para equilibrarlo. Por ejemplo, el valor del amor equilibrarlo con el valor del desapego – porque sino, se vuelve codependencia. La flexibilidad con la precisión. La tolerancia con la disciplina. La libertad con la responsabilidad. La dulzura con la honestidad (porque sino, se vuelve hipocresía).

Entonces cuando hay un desequilibrio entre los valores, tenemos un antivalor.

Me llevé lo siguiente también: Todo ser humano está lleno de valores. El más criminal de los criminales tiene valores, aunque no lo creamos. Nacemos con valores. Y entendí la importancia que tiene el silencio porque nos lleva a conectarnos con nuestro interior y a través de esa introspección conectamos con nuestros propios valores, con nuestra historia de vida, con lo que me está sucediendo y a partir de ahí llegamos a la paz.

Me encantó este taller y la paz que reflejaba Vivien. Qué bien se siente reconocer los valores que tengo, los que tengo que mejorar, los antivalores que tengo y como todo en la vida, aprender que hasta los valores requieren equilibrio.