Acabo de salir de la funeraria, y como casi siempre me sucede, me vuelve el recuerdo de la muerte de mi mamá (Asela Mera de Jorge) y de mi papá (Salvador Jorge Blanco)… de esos días duros en que nos tenemos que despedir físicamente de nuestros seres queridos.

Hoy estuve despidiendo a tío Amiro (Amiro Pérez Mera).  Tío Amiro era primo hermano de mi mamá. Fue un familiar muy cercano.  Es más, era un verdadero hermano de mi mamá y de mi otra mamá, tía Alina (Alina Mera Checo).

(En la foto están de izq. a der. tio Amiro, el Dr. Sabin y mi papá).

Recuerdo cuando vinimos a vivir a la capital, desde Santiago, yo tenía unos 7 años de edad.  Mi papá y mi mamá envueltos en los afanes políticos.  Papá había sido elegido Senador por Santo Domingo, y nos mudamos creo que en el año 77 o 78 aquí a la capital.  Papá y mamá le pidieron a tía Alina que se mudara con nosotros, para que, como ellos estaban casi todo el tiempo fuera de la casa, pues ella estuviera más tiempo con nosotros.

Tía Alina fue mi segunda madre.  Compartíamos una misma habitación inclusive y nos dormíamos escuchando “Cien canciones y un millón de recuerdos.”

Al llegar entonces a Santo Domingo pues conocí más de cerca a los primos “capitaleños” y a la familia “capitaleña” entre los que estaban Tio Amiro y Tia Annie y sus hijos:  Laura, Ana Teresa, Amiro e Irina.  Tia Alina era como una mamá para ellos también.  La familia nuestra entonces creció, porque ellos iban siempre a mi casa o yo a la de ellos.  Tia Alina me llevaba a todas partes.  Y a cada viaje a Constanza, Palmar de Ocoa o alrededor del país, íbamos en un tremendo grupo.  Estos primos me adoptaron.  Me pusieron un apodo:  “la cucusa”. jajajajajaja Todavía Irina me dice así 🙂

Yo era la mascota del grupo.

Así crecí gran parte de mi niñez aquí en la capital, rodeada de esta gran familia, y tio Amiro y tia Annie formaban parte importante de la misma.

Tio Amiro fue Secretario de Estado de Salud Pública cuando papá fue Presidente.  Y recuerdo que era considerado una eminencia en la prevención de enfermedades.  Fue reconocido por haber terminado con el polio en el país, implementando un programa de prevención.

Estuvo preso en la cárcel de La 40.  Siempre recuerdo que nos contaban como tía Annie iba a llevarle comida y a visitarlo.  En realidad creo que nunca se lo dejaron ver y por un largo tiempo no tenían noticias de él.  Orlando hace una buena reseña de su vida, su trabajo y aportes al país.

Contrario a lo que solemos ver en los velorios, tia Annie y sus hijos tenían un recuerdo bellísimo de tío Amiro.  Colocaron fotos que recordaban su vida, su trabajo, su trayectoria, e incluso un crucifijo que él hizo con los huesos que le ponían en la sopa que le daban en La 40.

Hoy estoy triste, pero al mismo tiempo contenta de volver a recordar esa niñez que tuve con mi familia materna y mis primos a quienes, aunque no nos veamos con frecuencia, el cariño y el amor se mantiene como el primer día.