Por primera vez en el día de la madres, he visitado la tumba de mi mamá. Lo hago como parte de un proceso terapéutico, digo yo, porque sé que no está ahí. Parte de mi duelo, digo yo también. Mi hija Isabel fue conmigo. Elia no quiso ir. Incluso desde que mi papá y mi mamá murieron, Elia no quiere que ponga fotos de ellos en mi casa. Las tengo guardadas hasta que estemos de acuerdo y las vuelva a colocar donde estaban.
Le dejamos una flor del sol, que a ella le encantaban.
Mi mamá era una persona especial. Bueno, era mi mamá.
Pero ella era primero esposa y luego madre. Lo cual me tomó un tiempo aceptar.
Durante mi niñez y adolescencia no entendía cómo ella decidió ir con mi papá a todos lados y apoyarlo en todo lo que hacía. La verdad que fue un ejemplo de lealtad.
Así como eran en público, así eran en privado. Respetuosos y se profesaban un amor increíble.
Yo, rebelde al fin, protestaba y hasta sentía celos por ese amor que se tenían.
Tuve una relación tirante con ella durante mi adolescencia. Pero era la forma que encontré en ese momento para reclamar su atención.
Mi mamá era también así mismo como se veía en público: amable, tranquila, paciente, amorosa, nunca hablaba alto, con un gran sentido del humor y era una mujer fuerte, valiente!
Solamente una vez me dijo una mala palabra y casi morí cuando la escuché decir: C_ _ _O!
Eso pasó cuando mi papá estaba preso y yo protestaba porque quería salir y no sé qué cosa quería hacer, y creo que me habían dicho que no saliera, etc, y dije: “Estoy “jarta” de esta vaina!” y mi mamá me dijo: “Y yo?? C _ _ o!” uffff… ya no recuerdo qué más me dijo después de eso.
Ahí mismo me recogí, me retiré tranquila y no dije más nada y no me quejé más.
Claro… ¿quién más que ella había aguantado tantas vainas? Yo no tenía calidad moral para seguir protestando.
Desde que salí embarazada la primera vez, ahí comenzó verdaderamente a cambiar mi relación con mi mamá. Fue a la primera persona que llamé para decirle que estaba embarazada. Yo estaba de viaje en ese momento, y su alegría brotaba por el teléfono: un niuyorquino, un niuyorquino! decía alegremente (yo estaba en Nueva York cuando supe la noticia).
Me acompañó en los alumbramientos de mis hijas. Se quedaba conmigo. Era amorosa y amable.
Ya con las niñas nacidas, era una abuela magnífica! amorosa, complaciente. No quería que yo le dijera nada a las niñas, o sea, un boche o algo. Me decía: “Pero Dilia, no le digas eso a las niñas.” Ese “pero Dilia” me lo decía siempre… yo la mortificaba. jajajajaja Creo que era también para llamar su atención.
Luego mamá fue mi amiga, mi compañera, consejera. Le contaba todo y ella con su paz y con su cariño me hacía sentir que todo iba a salir bien y que no me preocupara.
Gracia querida mamá por ser la mamá que fuiste. Te extraño mucho, te quiero, pero también sé que estás conmigo aunque no te vea y no te pueda tocar. Tus recuerdos permanecen conmigo.