El pasado viernes 30 de agosto, el Colegio de Abogados de la República Dominicana honró la memoria de mi padre, colocándole su nombre a la Biblioteca que inauguraban ese día, en su local ubicado en la calle Cayetano Germosén.
Me sentí muy emocionada y orgullosa con ese reconocimiento que le hizo el Colegio de Abogados a mi padre.
A continuación las palabras que pronuncié a nombre mío y de mi hermano Orlando Jorge Mera:
“En nombre de mi hermano Orlando, y en el mío propio, agradecemos a la Junta Directiva del Colegio de Abogados el honor de designar este Salón con el nombre de nuestro querido padre, Salvador Jorge Blanco.
La vinculación de mi padre con la colegiatura no fue sólo por haber emitido el decreto que creó el Colegio de Abogados en 1983, sino que fue el resultado de su profunda convicción a favor del gremialismo de los abogados de nuestro país.
En la década de los setenta, recorrió algunas provincias del Cibao dictando conferencias sobre el ejercicio de la abogacía y así fue electo a fines de los setenta como presidente de la Asociación de Abogados de Santiago, cuya sede actual se debió en gran parte a sus esfuerzos.
Por eso, cuando ocupó la presidencia de la República, hizo todo lo posible no sólo para crear el Colegio de Abogados, sino que le donó un extraordinario inmueble, como señal de su convencimiento para el fortalecimiento institucional del Colegio.
Hoy más que nunca, la democracia dominicana necesita del respeto de la ley y de la separación de los poderes. De hombres y mujeres que amen la toga. Que respeten la ética profesional. Que fomenten la cultura y la doctrina jurídica.
Nuestro padre, Salvador Jorge Blanco, fomentó la bibliografía jurídica. Nos sentimos orgullosos de su legado. Y tanto mi hermano como yo, tratamos de honrarlo, diariamente.”
Sólo me viene a la memoria algo que mi papá nos decía: “el tiempo es nuestro mejor aliado”. Definitivamente ha sido así.