Recientemente he visto casos donde los niños son utilizados por uno de los padres en sus “guerras judiciales”, para obtener ganancia de causa, y la realidad es que nadie gana en estos procesos, como decía Gavin en “The War of the Roses”: “sólo hay grados de pérdida.” Y los que más pierden en estos procesos son precisamente los niños y las niñas.
El Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (PACAM), tiene un folleto titulado “Niños, Niñas y Adolescentes Víctimas o Testigos de Violencia Doméstica”, que ilustra cómo los padres y madres utilizan a sus hijos e hijas en sus procesos o situaciones, lo que se llama el uso perverso de los hijos o el uso abusivo de los hijos.
- En ese sentido, el Pacam señala cuatro indicadores de cuándo su hijo o hija está siendo utilizado por en situaciones de los padres, a saber:
- Exponer a los hijos como espectadores de la violencia;
- Cuando uno de los hijos actúa en defensa de uno de los padres;
- El niño se siente un instrumento en la lucha entre sus padres cuando uno de ellos intenta demostrar cuál es el mejor, entonces termina rechazándolos a los dos;
- Los hijos son empujados a entrar en el campo de batalla y a ponerse de parte de uno de los padres.
En estos casos, por la experiencia que he tenido, en el fondo no es un problema “legal” que hay con los hijos o hijas, en el fondo lo que hay un deseo de venganza contra el otro progenitor. Cuando se llega a este punto en una “batalla legal”, los abogados y abogadas tenemos la responsabilidad de poner un “pare” a las partes, y evitar ser cómplices de ese uso perverso de los niños.