Ayer estuve en San Juan de la Maguana, visitando cuatro de los diez campamentos (en realidad al final se realizaron 13 campamentos en San Juan) que se llevaron a cabo y que finalizaron en el día de ayer. Estuvimos en las escuelas de Guazumal, Jinova, Enriquillo, Pedro Corto y otra comunidad más que ahora mismo no recuerdo (mis notas se me quedaron en el vehículo en que viajamos, o sea que luego completo la información).
Estuve acompañada de mi hija Isabel, 13 años de edad, y la verdad que fue una gran experiencia para mí y para ella también.
Quería que Isabel fuera conmigo para que vea un poco de mi trabajo en Plan República Dominicana, como coordinadora de la campaña Aprender Sin Miedo, pero también para que conozca otras realidades de nuestro país y cómo viven y asisten a la escuela miles y miles de niños y niñas.
Me dijo Isabel que le gustó mucho haber asistido, pero que le impresionó mucho la violencia que observó entre los niños y las niñas de algunas de las escuelas que visitamos, le impresionó cómo se trataban los niños y niñas unos con otros. A mi también me impresionó y es uno de los retos que tenemos en la implementación de la campaña Aprender Sin Miedo ver de qué forma podemos incidir en la disminución de la violencia entre pares.
Sin embargo, la mayor satisfacción de todo esto fue, al igual que en Barahona, ver el entusiasmo de los niños y las niñas para participar en las actividades del campamento y la buena disposición de los/as facilitadores de los campamentos para llevarlo a buen término.
Me emocioné también viendo los dibujos, carteles, letreros, pinturas que hicieron los niños y las niñas, porque reflejaban el cumplimiento con las actividades programadas.
Esta es la primera vez que tengo la oportunidad de visitar tantas comunidades del Suroeste donde Plan República Dominicana ha estado trabajando. Como siempre que he tenido la oportunidad de viajar por el Sur (pero nunca tan profundo!) me impresiona mucho la sequía, el calor, la pobreza, los caminos destruidos. Y me embarga una sensación de impotencia, porque cómo pueden vivir estas personas, estos niños y niñas, sin las mínimas condiciones en sus comunidades y sus hogares y sus escuelas?
La verdad que uno(a) aquí en la ciudad vive tan ajeno(a) (por lo menos en mi caso, por el ajetreo de los compromisos personales y profesionales) a otras realidades de nuestro país, que por eso cuando choco con esa realidad me impresiona y me preocupa mucho.
Este es un tema profundo y que será motivo de muchos posts más en mi blog, porque no puedo permanecer en silencio. Pero también, trataré no sólo de quejarme, sino aportar soluciones.
Mientras tanto, qué bueno que puedo aportar mi granito de arena desde Plan República Dominicana para llevar un poco de aliento y alegría a 3,000 niños y niñas de las provincias de Azua, Barahona y San Juan antes del inicio del año escolar.