Acabo de llegar de un conversatorio donde un grupo de personas nos reunimos con Tahira Vargas para hablar y conversar sobre el recién publicado estudio que realizó sobre la “Violencia en las escuelas” auspiciado por Plan República Dominicana. Ese estudio se llevó a cabo dentro de la campaña Aprender Sin Miedo de Plan Internacional, la cual tuve el honor de coordinar durante un año.
Fue un encuentro informal donde cada quien daba su opinión y hablábamos de nuestras experiencias, del tema de la educación y cómo para el Ministerio de Educación no existe la violencia en las escuelas y qué pena que el Ministro de Educación dijo que esa situación (investigada por Tahíra) solamente ocurren en esas 6 escuelas del suroeste del país y sin embargo parece no importarle que los cientos de niños y niñas que asisten a esas escuelas vivan esa película o realidad de terror diariamente.
El punto es que también hablamos sobre el tema de denunciar la violencia contra los niños y las niñas. El artículo 14 de la ley 136-03 dispone que toda persona, independientemente de su profesión, que tenga conocimiento o sospeche de un abuso contra un niño, niña o adolescente, está obligada a denunciarlo, quedando exenta de responsabilidad penal y civil por hacer la denuncia.
Quiero contarles lo que me sucedió esta semana.
Resulta que donde mi oficina está ubicada hay un haitianito que todas las mañanas llega (supuestamente sus padres lo dejan) a esa esquina y lo recogen en la tarde. El niño debe tener como unos 8 o 9 años de edad. Yo le doy de vez en cuando o un bizcochito o agua o refresco. Hace como dos días escuchamos sus gritos. Cuando nos asomamos al pasillo que da a la calle, el niño estaba tirado en el parqueo llorando y gritando de dolor. Supuestamente alguien en el colmado de abajo le había dado una “pela” con una correa y lo empujó contra la pared, porque el niño había entrado al colmado “a molestar”.
Bajé junto con un señor que trabaja en el mismo sitio que yo, a ver qué había pasado exactamente y quién le había dado.Por supuesto, todo el mundo dijo que nadie le había dado, que solamente lo habían sacado del colmado. Hubo alguien que estaba en el frutero que me vociferó: “adóptelo”. (No le hice caso). Pensé en llamar a la policía, a la Línea Vida, etc. LLamar a alguien. Luego me pregunté, pero y qué van a hacer con esa denuncia. Funcionará? En fin, me hice todas esas preguntas. Y finalmente, me dio miedo. Tengo que ser honesta y decirlo. Me dio miedo denunciar, porque como trabajo arriba del colmado, no quería “tirarme en contra” a la gente del colmado porque temí por mi seguridad.
En conclusión, no hice nada, porque dudé de la respuesta de las autoridades y temí por mi propia seguridad.Pensé también que probablemente mucha gente no denuncia esos abusos y violencias, por lo mismo que yo sentí: miedo y desconfianza. No sé. Lo lanzo por aquí para ver si alguien quizás pueda compartir su experiencia, si han tenido situaciones parecidas y qué han hecho al respecto.