Desde que inicié este blog, cada mes de abril, recuerdo que se celebra el mes de la prevención contra el abuso infantil.
Casi se termina el mes y no había escrito sobre este tema.
Pero qué bueno que no lo había hecho, porque ayer tuve la oportunidad de asistir a la charla “Las trampas del castigo físico” organizada por el Centro para el Desarrollo y la Interacción Constructiva (Cedic), de las Licdas. Rafaela Burgos y Valerie Ega Burgos.
Hace aproximadamente diez u once años que tuve la dicha de conocer a Rafaela Burgos, cuando trabajé con el tema de la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes, y desde ese momento cada vez que escucho a Rafaela hablar sobre el abuso infantil, siempre aprendo.
Quiero compatir una información que distribuyeron ayer sobre el castigo físico, sí, las famosas pelas, pellizcos, nalgadas, tan arraigadas en nuestra cultura, que consideramos que el padre o madre que no le da una “pela” a su hijo o hija, no está criando bien. Qué equivocados estamos!!!
Aquí va: (Toda esta información fue tomada del Cedic).
¿Cuáles métodos de disciplina utilizamos?
En muchas de nuestras familias aún se practica el castigo físico a los niños (pelas, nalgadas, pellizcos, empujones, arrodillar al niño, encerrarlo, amarrarlo), entre otras, con propósitos educativos.
¿Por qué golpeamos a los niños y niñas?
Porque:
* Así fuimos corregidos por nuestros padres y aprendimos que es un sistema válido para disciplinar.
* Desconocemos estrategias más efectivas.
* Nos frustramos cuando no logramos que los niños obedezcan y perdemos el control.
* Descargamos otras presiones de la vida cotidiana, a través de la corrección agresiva de nuestros hijos e hijas.
¿Por qué no es conveniente pegar a los niños y niñas?
Porque
* Es una forma de abuso (es aplicado por una persona que tiene más edad, fuerza, poder y autoridad); el niño no puede defenderse.
* Provoca daños físicos y psicológicos, que pueden durar toda la vida: baja estima, temor a la autoridad, depresión, agresividad, inseguridad, ideas suicidas, entre otras.
* No mejora la conducta que nos preocupa, sólo la detiene por el momento y luego provoca otras conductas más negativas.
* Daña el clima familiar.
* Enseña a los niños a enfrentar los conflictos con violencia.
* Hace a los niños más vulnerables a otros tipos de abuso, como el sexual y la explotación por otros adultos.
* No conduce a la meta que tienen los padres: educar para la responsabilidad y el éxito en la vida adulta.
Y finalizo con una frase también de Rafaela Burgos: “Si lastima, no es disciplina.”
La foto que utilizo en este post, la tomé de una página web de Save the Children, que tiene una campaña mundial para terminar con el castigo físico.