Desde hace varios días quería compartir esta experiencia que me sucedió en un Juzgado de Paz, para plasmar o presentar cómo desde los tribunales se puede revertir un caso en contra de una mujer por el hecho de ser mujer.
Estaba representando una señora que tenía una sentencia del año 2000 que fijaba una pensión alimentaria de X suma de dinero a favor de sus hijos, uno de los cuales ya es mayor de edad.La señora estaba cobrando todos esos años de incumplimiento de pensión alimentaria.
Voy a señalar tres puntos sobre lo sucedido, y de por qué entiendo que esta es una de las formas en que las mujeres son abusadas por el mismo sistema de justicia:
Primer punto: Desde el inicio la Jueza (sí, jueza) y el Fiscalizador estaban culpando a la señora por el incumplimiento del señor. Es decir, desde el punto de vista de esos actores del sistema el problema no era que el señor tenía 13 años sin pagar la pensión alimentaria, sino que el problema era que ella nunca (lo cual no era cierto) reclamó el pago que le reconoce esa sentencia hasta ahora.
Segundo punto: Según la Jueza, la señora no probó cuánto debía el señor. Es decir, la señora con una sentencia que ordena un pago de una pensión alimentaria, debía además probar que el señor estaba incumpliendo.La jueza invirtió la carga de la prueba. Lo que debía ser una audiencia donde el incumplidor probara lo que había pagado, se convirtió en una audiencia donde la acreedora debía demostrar lo que el señor supuestamente había pagado.
Tercer punto: Como la Jueza entendió que ni la señora había “probado” lo que el señor debía y el incumplidor no había probado lo que él había pagado, la jueza decidió tomar como bueno y válido lo que por su boca había dicho el incumplidor que reconocía como deuda, que era muchísimo menos del monto adeudado en total, pero no lo que la señora demandante alegaba lo que él debía.
¿Se entendió? la Jueza siempre dio como bueno y válido lo que el señor, incumplidor, decía, aún sin aportar ningún documento que lo avalara, sin embargo, la sentencia que la señora tenía no bastaba para probar su acreencia.Estos son de los abusos sutiles que pasan en los tribunales y la verdad que me hacen cuestionar mucho cómo es que este sistema de justicia funciona y cómo además las mismas mujeres somos las más verdugas contras nosotras mismas.
Qué pena que la jueza le dio ese giro a esa audiencia. Más que el monto reclamado, la impotencia es por la forma en que revictimizó a la mujer. La “mala” es ella, el incumplidor no.