Reflexiones de cuarentena

“Lo normal decía Tía Lydia, es aquello a lo que te acostumbras. Tal vez ahora no os parezca normal, pero al cabo de un tiempo os acostumbraréis. Y se convertirá en algo normal.” Margaret Atwood (El Cuento de la Criada).

Hola.. espero que todas y todos y todes (sí, todes) estén bien en sus hogares, en salud y llevando la cuarentena como se nos ha pedido que hagamos.

Los primeros días de confinamiento confieso que estuvieron cargados de miedo, ansiedad y pendiente constantemente de las noticias y acontecimientos. No puedo negar que aún de vez en cuando la ansiedad, muy ligada con el miedo, se me cruza en el camino.

Admito que mi sueño, el dormir, que no siempre ha sido “como Dios manda” como dice una amiga mía, se ha visto muy afectado también.

Igualmente mi capacidad de concentración ha estado bastante afectada. Casi no he podido leer y cuando leo tengo que echar las páginas para atrás para saber qué fue lo que leí (a ese nivel la cosa). Pero he mejorado, porque como estaba acostumbrada a leer en las noches, ahora puedo leer en las tardes y me tiro en la sala a hacerlo y me ha ido mejor.

 

Sólo esta semana que recién terminó, pude organizar un horario (que no es que lleve a raja tabla) pero me da una guía para terminar mi día de la mejor manera posible.

He aquí algunas herramientas que he estado utilizando:

1. Ejercicios. Trato de ejercitarme diariamente. Camino dentro de mi casa y hago una rutina que me ha enviado mi entrenadora para hacer en casa. Eso ha sido básico para mantenerme en actitud activa y positiva. Recordé que mi papá, mientras estuvo preso en la antigua Preventiva La Fe hacía ejercicios todos los días. No lo entendía, ahora lo entiendo.

2. Cuando me vienen pensamientos negativos, alarmistas o catastróficos, lo converso con algún amigo o amiga de confianza y me doy cuenta que no estoy sola. Me ayuda a calmarme. Además pienso: si estoy haciendo todo lo que se sugiere que se haga (aislamiento), si no salgo y cuando salgo (a supermercado) tomo las medidas de higiene y precaución: ¿Por qué me voy a enfermar? -> esa es mi auto-terapia.

3. Escribo. Me gusta escribir y ahora que tengo más tiempo, aprovecho y descargo en un papel lo que voy sintiendo.

4. Espiritualidad. Que no es lo mismo que religiosidad. Y sí, me gusta saber que que tengo un Poder Superior (cualquiera que sea) que es bueno, bondadoso, compasivo y más fuerte que yo y que me acompaña en todo momento.

5. Reuniones virtuales. A pesar del distanciamiento social, me mantengo en contacto con mis amistades y seres queridos a través de medios virtuales. He estado en contacto con familiares que hacía mucho que no lo hacía. O sea que esto ha sido positivo para eso también.

6. Activa con el trabajo. A pesar, como dije al principio, que mi capacidad de concentración ha disminuido bastante, trato de trabajar (responder correos, escribir, revisar documentos, atender inquietudes de clientes/as) lo mejor posible. Aunque honestamente, trabajo un rato y “barajo” mil horas. Pero hago lo mejor que puedo. Y las clases virtuales en la PUCMM me han ayudado a mantenerme activa.

7. Aceptación. Aceptar que esta es la situación. Que es la realidad. Que no puedo cambiarla. Que no tengo el control (una vez leí que el control es una ilusión). Sólo puedo controlar lo que yo hago o digo. El control de lo demás y l@s demás, nunca lo he tenido ni lo tendré. Claro, esto suena muy lindo, pero es un proceso.

8. Utilizar un lenguaje positivo: En la medida de lo posible, trato de utilizar un lenguaje positivo. O sea, no estoy “presa”, “trancada”. No tengo un policía fuera de mi casa, que no me permita salir (excepto el toque de queda de 5pm a 6am). Yo elijo quedarme en casa para cuidarme y cuidar a l@s demás.

9. Vivir el día de hoy. Hace años, años, he tratado de practicar este principio, si se le puede llamar así. Pero, si de algo ha servido esta cuarentena, es de verdaderamente aprender a vivir el día a día. Claro, ocupándome de lo que me tengo que ocupar, pero sin dejar que los pensamientos de incertidumbre me agobien. ¿Que llegarán momentos difíciles? sí. Pero esperaré que lleguen. Mi papá siempre decía: No te mueras en la víspera. Ya lo entiendo también.

10. Alejada de las noticias. Muy difícil sobre todo en tiempos de whatsapp y redes sociales, donde aunque no quieras te enteras. Pero lo he logrado, unos días mejores que otros. Enterarme de los números, de la curva, de los desastres, no va a cambiar mi realidad ni lo que está pasando. Eso me llena de angustia y aunque no debo vivir en negación, por mi salud mental he decidido dosificar la información (que no es fácil).

11. Lista de agradecimiento. Desde hace muchos años también he tratado de hacer sino diariamente, pues con frecuencia, una lista de agradecimientos. Eso me está sirviendo de mucho. Agradecer desde que tengo dos manos, dos pies, ojos, salud, mis hijas en salud, y así ir enumerando las cosas que por mínima que sean, son en estos momentos sobre todo, grandes cosas por las cuales agradecer. Señores, y agradecer a la señora que nos ayuda en la casa. Valoro más su trabajo. Por eso doy gracias también.

12. Solidaridad. He hecho donaciones, la suma que puedo, a las diferentes iniciativas que han surgido a nivel nacional para combatir la pandemia. Donaciones que confirme que son ciertas. Al personal que aún sigue viniendo al condominio donde vive, le doy el desayuno. Un café y algún sandwich o galleta. Incluso he regalado alimentos (porque me volví loca comprando algunas cosas de más y antes de que se me dañaran decidí regalarlo para que no se pierda).

Bueno, esto me ha servido de desahogo, de compartir algunas cosas que me ayudan a mantenerme en mejor actitud y positiva dentro de tanta negatividad. Tengo que agradecer a mi amiga Erika Valenzuela que todos los días me envía noticias positivas y me ayudan a mantener mi estado de ánimo. Y confesar también que esto ha sido una montaña rusa.. tengo mis momentos “up up”, mis momentos “down” también.

Todo esto pasará. Todo pasa. No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Ahora.. cuando volvamos a “la normalidad”, muchos cambios tendré que hacer. Bajar la velocidad. Decir más “no”. Dedicar más tiempo a mis hijas. Dedicar menos tiempo al trabajo (sin ser irresponsable) y en definitiva, bajar el ritmo y cuidarme más, cuidar más mis seres queridos y cuidar más el planeta.

Que sigamos bien. A quedarnos en casa, porque como termina diciendo Scarlet O’Hara en “Lo que el viento se llevó”: “Después de todo, mañana será otro día”.