Aquí de nuevo escribiendo mi primer post del año 2014.. rompiendo la inercia… todos los días me cruzan temas: debo escribir de la ley 136-03, de los tribunales, de las pensiones alimentarias, de lo imposible del tránsito de la ciudad, del ajetreo de vida, del yoga que comencé a hacer, del correr (de verdad), del agite de ser madre de dos adolescentes… en fin.. todos los días me cruza el pensamiento sobre qué escribir, de que tengo que escribir en mi blog, etc etc etc.

Pero hoy, como se aproxima el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, quiero referirme al tema de la violencia contra la mujer.

No sé si es que desde que tomé el Diplomado del Pacam sobre Violencia Intrafamiliar estoy viendo más casos de abusos psicológicos (más que físicos) en contra de las mujeres, o si es que estoy más alerta y puedo identificar mejor los casos.  Creo que esto último es lo que está pasando.

El otro día, comentando un caso con una amiga colega, yo le estaba contando un caso que no estaba tan claro o tan explícito el abuso psicológico contra una señora. Y mi amiga me dijo: ¿qué, la abusa lo normal?

Me impactó tanto esa pregunta, pero al mismo tiempo me puso a pensar sobre el nivel de “normalización” que le hemos dado (como sociedad) a la violencia contra la mujer.  Y sobre todo esa violencia psicológica que no se ve físicamente pero que hace quizás más daño a largo plazo que la física.

Ese abuso psicológico tan sutil que puede engañar, no sólo a las mismas mujeres, sino también al propio sistema de justicia, que muchas veces se deja engañar (prefiero pensar eso) .

He visto casos de abusos psicológicos, donde la mujer llega a desequilibrase de tal manera, que aunque tenga la razón, la pierde por su accionar, y terminan con un:  “tu ves, ella está loca, ella está mal”.  Hay que cuidarse de hacer juicios de esa naturaleza.

El sistema judicial debe estar más sensibilizado sobre esta problemática, en todos lo ámbitos, no sólo el penal, sino también en las demás jurisdicciones, de niños, niñas y adolescentes, y en los juzgados de paz.

Hay que continuar en la tarea de seguir sensibilizando sobre este tema, no sólo a nuestro alrededor, sino también más allá de las paredes de nuestra comodidad.

Feliz día a la mujer dominicana este 8 de marzo.  Hemos logrado mucho y nos falta continuar, sin descanso, luchando por romper las desigualdades que permanecen en nuestra cultura, nuestra sociedad y nuestras leyes.  Somos verdaderamente unas ganadoras.