Prefiero ser feliz, que tener la razón.

El otro día me contaron una historia que quiero compartir.

Una pareja iba en un carro camino a una fiesta.  El esposo iba molesto porque ya estaban retrasados.  Cuando llegan a un punto de la carretera que se dividía en dos, un lado hacia la izquierda y otro lado hacia la derecha.  El hombre, que iba manejando, le pregunta en tono molesto a su esposa: “Por dónde es que se llega a la fiesta? por la derecha o por la izquierda? y él mismo continuó diciendo: Debe ser por la izquierda, tú crees?” La esposa le dice que sí.  El hombre sigue por la izquierda.  Cuando llegan a una calle sin salida, se devolvió y tomó el lado derecho, y finalmente llegaron a la fiesta.

Al día siguiente, el esposo le dice a la esposa:  “Ven acá, anoche, cuando íbamos a la fiesta, tu sabías que era a la derecha que había que tomar el camino, verdad?  La esposa le dice sí, yo sabía que era por la derecha.”  “Oh!” dice el hombre indignado, “y por qué no me dijiste que era por la derecha y me dejaste ir por la izquierda?”.  “Porque prefiero ser feliz, que tener la razón.”

La esposa no quiso en ese momento entrar en una discusión con su esposo, porque entendía que con el ánimo que él llevaba no iba a ser receptivo y lo que podía pasar es que discutieran más y se amargaran la noche y la fiesta.

Moraleja:  Hay situaciones que definitivamente, es mejor no discutir, y dejar que cada quien crea y haga lo que quiera, en lugar de tratar de imponer la razón.

Es definitivamente mejor ser feliz, que tener la razón.